Si bien Fratti atribuye la mayor parte de su crecimiento como artista a su participación en la escena de la Ciudad de México, se interesó por primera vez en el violonchelo en una megaiglesia neopentecostal en Guatemala, un edificio gigante de concreto ahora conocido como Ciudad de Dios.
“El violonchelo sonaba durante las canciones tristes y el pastor me decía que tocara, así que toqué”, recordó mientras fumaba un vaporizador color pastel, con su sudadera con capucha azul oscuro enrollada alrededor de su cuello. “Estaba improvisando sin ningún conocimiento de improvisación”. Con el tiempo, empezó a hacer sus propias canciones y a publicarlas en SoundCloud.
En 2015, los organizadores del Goethe-Institut, una organización cultural alemana sin fines de lucro, se toparon con el trabajo de Fratti en línea y la invitaron a participar en uno de sus programas internacionales de artistas en residencia. Se mudó a la Ciudad de México al año siguiente y conoció al artista de ruido mexicano Julián Bonequi, quien le mostró un video de la actuación del violonchelista surcoreano Okkyung Lee. Bonequi invitó a Fratti a su emisora de radio, donde conoció al músico barcelonés Don Malfón, que tocaba el saxo improvisado como solista.
“Para mí esto fue alucinante”, dijo Fratti, sonriendo y entrecerrando los ojos con picardía. “Mi experiencia con la música experimental hasta ese momento en Guatemala fue con un cuarteto, que era más académico, pero era muy libre, y ya sabes, una especie de punk”.
Un sentido similar de urgencia recorre el nuevo álbum de Fratti. Ella y Tosta, quien produjo el proyecto, comenzaron a trabajar en él tan pronto como el reloj marcó la medianoche del 1 de enero. “Empezamos y no paramos”, dijo. “Fue súper intenso, a veces hasta el punto de ser vertiginoso”.
“Sentir Que No Sabes” presenta el valiente violonchelo característico de Fratti y arreglos vocales inquietantes, pero también encuentra a la artista en su momento “más maravilloso”, como ella dijo. Si bien por lo general adopta un enfoque centrado en la melodía, una fuerte base rítmica sustenta la mayor parte de este álbum, inspirado en lo que ella llamó “bangers” del pop: las “cosas románticas” de Lenny Kravitz, temas de Alice in Chains, el rockero argentino Charly García y Peter Gabriel.