Este verano de olas de calor sin precedentes y elecciones polémicas en todo el mundo ofrece una valiosa oportunidad para reflexionar sobre el papel que pueden desempeñar las personas a la hora de impulsar un cambio positivo. Al crear coaliciones y amplificar las voces de los más afectados por las crisis, podemos reunir el coraje y la voluntad política necesarios para superar desafíos globales aparentemente insuperables.
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son ejemplos claros de ello. Como defensor de la justicia ambiental desde hace mucho tiempo, he visto de primera mano el profundo impacto que ambos tienen en las comunidades de primera línea y en los pueblos indígenas. Estas poblaciones han sido las más afectadas por estas crisis interconectadas, que ponen en peligro sus medios de vida, su salud y su patrimonio cultural.
Los diversos entornos terrestres y marinos que sustentan a las comunidades indígenas también sustentan la vida y la sociedad tal como las conocemos. Dependemos de ecosistemas saludables para obtener alimentos, refugio, agua, avances médicos y prevención de enfermedades.
Más del 50 por ciento del PIB mundial, estimado en 44 billones de dólares, depende de la naturaleza. Fundamentalmente, los ecosistemas prósperos actúan como sumideros naturales de carbono, absorbiendo hasta el 50 por ciento de los gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas.
Al amenazar sumideros de carbono cruciales como las selvas tropicales y los océanos, la pérdida de biodiversidad exacerba el cambio climático, que a su vez acelera la degradación ambiental, dejando a millones de personas, así como a innumerables especies de plantas y animales, cada vez más vulnerables. La buena noticia es que podemos revertir esta situación: al fomentar ecosistemas resilientes y diversos, podemos mitigar los efectos del cambio climático y crear un círculo virtuoso que proteja a las comunidades que se encuentran en primera línea.
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Al fomentar ecosistemas resilientes y diversos, podemos mitigar los efectos del cambio climático y crear un círculo virtuoso que proteja a las comunidades de primera línea.
En medio de la mayor extinción masiva en más de 65 millones de años, proteger la biodiversidad es más urgente que nunca. Los estudios muestran que cercano a la mitad de las especies animales del mundo están actualmente experimentando una rápida disminución de sus poblaciones, y América Latina y África se enfrentan a la La pérdida más grave de biodiversidad.
Si bien estos acontecimientos pintan un panorama sombrío, se han logrado algunos avances en la lucha contra la crisis de la biodiversidad. En 2022, en la cumbre de las Naciones Unidas sobre la biodiversidad celebrada en Montreal (COP15), las partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica aprobaron la Marco mundial de biodiversidad Kunming-Montreal (GBF).
Este acuerdo histórico, que requirió años de formación de coaliciones y campañas de promoción, delineó una estrategia para detener y revertir la pérdida de la naturaleza, incluido el ambicioso objetivo de preservar al menos el 30 por ciento de la tierra y los mares del mundo para 2030.
En el marco del GBF, los países desarrollados se comprometieron a proporcionar al Sur Global, donde se encuentra la mayor parte de la biodiversidad restante del mundo, al menos 20 000 millones de dólares anuales para 2025 y 30 000 millones de dólares anuales para 2030. Si se cumplen, estos compromisos permitirían a los países en desarrollo implementar ambiciosos Planes de acción nacionales sobre biodiversidadprotegiendo así a las poblaciones más vulnerables al clima del mundo.
Lamentablemente, el mundo está actualmente lejos de alcanzar estos objetivos. nuevo reporte Un estudio del grupo de expertos ODI, con sede en Londres, revela que, de los 28 países evaluados, 23 no han cumplido con sus compromisos de financiación de la biodiversidad hasta 2021 (el último año para el que hay datos disponibles). Para cumplir sus objetivos de 2025, estos países tendrían que duplicar sus contribuciones.
La brecha entre las promesas y las acciones climáticas parece aún más preocupante cuando se considera que 20 mil millones de dólares por año representan solo el 1,1 por ciento del presupuesto de Estados Unidos.1,8 billones de dólares que los países de todo el mundo gastan anualmente en subsidios perjudiciales para el medio ambiente. Estos recursos, equivalentes al 2% del PIB mundial, sustentan sectores como los combustibles fósiles y la agricultura industrial, que son responsables de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero e impulsan la pérdida de biodiversidad.
Para proteger los recursos naturales del planeta, los gobiernos deben adecuar su gasto a sus valores declarados. La nueva estrategia de la Unión Europea Ley de Restauración de la Naturalezaque tiene como objetivo restaurar al menos el 20 por ciento de las tierras y los mares de la UE para 2030, y todos los ecosistemas degradados para 2050, representa un paso importante en esta dirección.
Sin duda, queda mucho por hacer. Antes de la cumbre de octubre Conferencia de la ONU sobre biodiversidad en Colombia (COP16), los responsables de las políticas y los defensores del clima deben seguir creando coaliciones globales para cerrar la brecha de financiación de la biodiversidad. También deben garantizar que, cuando se trate de proyectos de conservación y restauración, las comunidades más afectadas por la degradación ambiental, especialmente los pueblos indígenas, estén incluidas en el proceso de toma de decisiones.
Proteger y restaurar la biodiversidad es fundamental para apoyar la recuperación de los ecosistemas naturales de nuestro planeta y mitigar los peores efectos del cambio climático. En la COP16, los líderes mundiales tendrán la oportunidad de crear un círculo virtuoso de cambio. Para garantizar un futuro sostenible es necesario que aprovechen esta oportunidad.
Mary Robinson, expresidenta de Irlanda y exalta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, es presidenta de The Elders y miembro del Comité Directivo Global de Campaign for Nature.
Derechos de autor: Project Syndicate, 2024.
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