Antes de morir de una sobredosis fatal de ketamina, Matthew Perry estaba cayendo en una adicción facilitada por médicos poco éticos que, entre otras cosas, se burlaban de él en mensajes privados y le enseñaron ilegalmente a su asistente personal cómo administrar la droga, según muestran los registros judiciales.
Cinco personas han sido acusadas en relación con la muerte de Perry: su asistente, Kenneth Iwamasa, de 59 años, de Toluca Lake, California; un conocido, Erik Fleming, de 54 años, de Hawthorne; el Dr. Mark Chavez, de 54 años, de San Diego; el Dr. Salvador Plasencia, de 42 años, también conocido como “Dr. P”, de Santa Mónica; y Jasveen Sangha, de 41 años, un presunto traficante de drogas que, según la policía, es conocido como la “reina de la ketamina”, y reside en North Hollywood.
Tres de ellos aceptaron acuerdos de culpabilidad: Iwamasa el 5 de julio, Fleming el 12 de julio y Chávez el 15 de agosto. Y los documentos asociados a esos acuerdos, hechos públicos el jueves, revelan detalles inquietantes sobre la cadena de acontecimientos que finalmente mataron a Perry.
La ketamina se suele utilizar para tratar la depresión y otras enfermedades mentales bajo estricta supervisión médica. Perry siguió ese tratamiento hasta el verano de 2023, cuando la clínica donde lo atendían se negó a aumentarle la dosis.
Según el acuerdo de culpabilidad de Iwamasa, Perry le pidió a finales de septiembre que adquiriera dosis mayores de ketamina de forma ilegal. Poco después, Iwamasa fue conectado con Plasencia, quien la adquirió para Perry a través de Chávez mediante recetas falsificadas.
En mensajes de texto del 2 de octubre, incluidos en el acuerdo de culpabilidad de Chávez, él y Plasencia conspiraron abiertamente para aprovecharse de la adicción de Perry para obtener beneficios económicos.
“Si hoy todo va bien, es posible que tengamos negocios repetidos”, dijo Plasencia. “Hagamos todo lo posible para que eso suceda”, respondió Chávez.
Y en Un puntoPlasencia le dijo a Chávez: “Me pregunto cuánto pagará este imbécil”. Chávez respondió: “Vamos a averiguarlo”.
En esa época, le enseñaron a Iwamasa a inyectarle ketamina a Perry. Iwamasa adquiría la droga en varios lugares de Los Ángeles, pagando precios exorbitantes. Este acuerdo duró aproximadamente un mes, durante el cual Perry terminó pagando más de 50.000 dólares a Plasencia.
Mientras esto sucedía, Perry empezó a buscar una fuente más barata de ketamina. Se puso en contacto con Fleming a través de un amigo en común el 10 de octubre; Fleming se convirtió posteriormente en el vínculo de Perry con Sangha.
Según los documentos presentados ante el tribunal, durante las semanas siguientes la adicción de Perry a la ketamina empeoró y en sus últimos días le inyectaban hasta ocho veces al día. Estas dosis no solo las adquiría en Plasencia y Sangha y se las administraba Iwamasa, sino que también empezó a recibir inyecciones bajo la supervisión de otro médico que no tenía nada que ver con la actividad ilegal.
Murió el 28 de octubre después de que Iwamasa le disparara tres veces.
Pamela Chelin contribuyó a este informe.