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Reseña de ‘Kneecap’: un trío de rap irlandés con mucho ruido cuenta su propia historia

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Reseña de ‘Kneecap’: un trío de rap irlandés con mucho ruido cuenta su propia historia
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Un par de muchachos que se enorgullecen de hablar irlandés hacen campaña por su lengua materna marginada cuando se convierten en raperos underground en la divertida y explosiva “Kneecap”. Ese es también el nombre del grupo de la vida real del oeste de Belfast cuya historia de origen, impulsada por el guionista y director Rich Peppiatt para lograr la máxima energía política y brío cómico, es un momento divertido para bailar y levantar los puños.

Claro, Naoise Ó Cairellain, Liam Óg Ó Hannaidh y JJ Ó Dochartaigh —conocidos respectivamente bajo sus apodos de rap Móglaí Bap, Mo Chara y DJ Próvaí— podrían haber optado por la ruta tradicional del documental, trazando su ascenso desde desafiantes habitantes del oeste de Belfast hasta héroes culturales reconocidos internacionalmente. Pero, ¿dónde está la diversión en una película más de entrevistas y clips cuando en cambio pueden interpretarse a sí mismos y forjar su propio remix de “A Hard Day’s Night” o “The Harder They Come”, salpicado con un poco de “The Commitments” para arrancar?

Naoise (Ó Cairellain) y Liam Óg (Ó Hannaidh), mejores amigos de la infancia que crecieron como “bebés del alto el fuego” tras el Acuerdo de Viernes Santo, pero que aún sienten la desesperación juvenil del opresivo gobierno unionista, se toman en serio lo que el padre de Naoise, Arlo (Michael Fassbender), una leyenda de los coches bomba en el IRA, solía inculcarles: “Cada palabra en irlandés que se dice es una bala por la libertad irlandesa”.

Sin embargo, Arlo está ausente y se presume que está muerto, y la madre de Naoise (Simone Kirby) se ha quedado recluida en su casa. Y mientras el movimiento para legitimar el idioma irlandés en Irlanda del Norte cobra fuerza, Naoise y Liam Óg son poco más que malhechores que frecuentan discotecas y que sólo intentan conseguir drogas para consumir o vender.

Cuando Liam Óg es arrestado y se niega a hablar en inglés con el oficial que lo interroga, el apacible profesor de música JJ (Ó Dochartaigh) interviene a regañadientes para traducir. Lo que encuentra en el diario inconexo del detenido sobre su estilo de vida de sexo, drogas y expulsión de británicos es el tipo de poesía cruda que está a sólo una pista de beat de convertirse en una nueva forma rebelde de hip-hop.

Los dos amigos se sienten atraídos por la idea y JJ acepta esconderse a plena vista como su DJ con pasamontañas tricolor (hay una ironía maravillosa en que una máscara militante ayude a este tipo a mantener su respetable trabajo diario), el trío recién formado pasa de ser una rareza descarada en un escenario de pub a una tormenta comunitaria. Mientras que la música franca de Kneecap y las payasadas alimentadas por la ketamina dan a sus oyentes una nueva y palpitante razón para aprender (y proteger) su lengua materna, el grupo también se convierte en un nuevo objetivo para las autoridades, incluidos los paramilitares autocontrolados de los republicanos, que encuentran preocupante su influencia.

“Kneecap”, llena de música y con una edición áspera, encuentra un ingenio rudo y punzante para subrayar su moralidad; es notable que mantenga su nivel de manera tan exuberante, especialmente considerando lo impredecibles que suelen ser estos proyectos automitificantes. Las actuaciones son una combinación contundente de talento y personalidad, y el atractivo Ó Dochartaigh es el candidato más probable del trío principal para conseguir más trabajos como actor. En general, el director Peppiatt (que, curiosamente, es británico) es un maestro de ceremonias experto en los hilos argumentales, los estilos de actuación, los tonos y sus florituras estilísticas, que recuerdan el entusiasmo desenfadado de Danny Boyle en la era de “Trainspotting”.

Es estimulante y nunca cansa. Peppiatt no solo hace que el humor sobre drogas parezca alegremente tonto de nuevo, sino que trata el patriotismo irlandés como una tentadora euforia que vale la pena celebrar; hay un amor duro y satírico en juego. Dentro del corazón rebelde palpitante de “Kneecap” hay una comedia de modales contundente: está tan emocionalmente en sintonía con las divisiones entre las personas del mismo bando como es gloriosamente descarada con respecto a la atracción pervertida que Liam Óg siente por la británica Georgia (Jessica Reynolds).

En “Kneecap”, todos los hablantes de irlandés quieren ser vistos, sentidos y escuchados en su lucha por la libertad. Ese divertido y funky alboroto de dolor y placer en busca de atención, inspirado en las voces pioneras del hip-hop estadounidense, constituye un relato transatlántico estimulante y entretenido.

‘Rótula’

En irlandés e inglés, con subtítulos.

Clasificación: R, por contenido y lenguaje generalizado sobre drogas, contenido sexual/desnudez y algo de violencia.

Tiempo de ejecución: 1 hora, 45 minutos

Jugando: En lanzamiento limitado

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