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‘Cómo comer un mango’ de Paola Santos trata sobre Venezuela y los recuerdos.

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‘Cómo comer un mango’ de Paola Santos trata sobre Venezuela y los recuerdos.
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En los últimos años, la agitación política en Venezuela ha llevado a muchas personas a buscar nuevas vidas en el extranjero. Este desplazamiento ha encendido un profundo anhelo por su patria: nostalgia por las vistas, sonidos y sabores preciados que los conectan con sus orígenes. Encontrar consuelo en estas pequeñas conexiones se ha convertido en un salvavidas para muchos. Paola Santos encantador libro ilustrado de debut, “Cómo comer un mango” publicado en julio por Neal Porter Books, ofrece precisamente eso: un dulce y reconfortante pedazo de hogar.

La historia sigue a la joven Carmencita, quien inicialmente se resiste a la insistencia de su abuelita de recoger mangos de su jardín. Simplemente están desordenados y se quedan atrapados entre sus dientes, más una tarea que un placer. Pero Abuelita, con su gentil sabiduría, la guía a través de un viaje consciente. Juntos, exploran el árbol y los dulces y suaves frutos, animando a Carmencita (y a los jóvenes lectores) a apreciar los regalos de la naturaleza y el amor que los acompaña.

Santos nació en Maracaibo, una ciudad vibrante y lugar de nacimiento de muchos músicos venezolanos queridos, incluido el flautista ganador del Grammy Latino. Huáscar Barradas. También es un lugar donde los mangos son un alimento básico. Ahora representan su cultura, la ciudad querida que dejó atrás y los momentos vividos con sus seres queridos.

“Teníamos cuatro árboles de mango en nuestro patio trasero”, le dice Santos a The Times en su español nativo. “El árbol de mango siempre fue muy importante para mí en mi infancia. Solía ​​sentarme debajo para pensar, escuchar el viento entre las hojas e imaginar lo que me decía el árbol”.

Maracaibo es considerada como “la tierra del sol amada”, debido a su brillante luz solar y altas temperaturas durante todo el año.

Los mangos son una representación de ese elemento y de la riqueza de las tradiciones venezolanas. Santos escribe en el libro: “La dulzura de Mamá Tierra es infinita cuando muerdes un mango maduro… las canciones de nuestro pueblo bailan en tu lengua”.

La experiencia de inmigración de la autora ha sido un catalizador para su escritura. Las emociones y el desarraigo encendieron la necesidad de escribir a un ritmo febril, llenando las páginas de los cuadernos de poemas para dejar salir esos sentimientos.

“Fue como sacar al genio de la botella”, dice Santos. “El desarraigo de tu gente, el sentir que ya no estás en ese lugar, con tu familia, las costumbres, la música, lo extrañas”.

Para Santos, la nostalgia no significa tristeza. En cambio, recuerda el pasado con amor, como su infancia en Venezuela, un período que aprecia mucho y tiene esperanzas en la recuperación del país. Ha surgido una sensación de optimismo a medida que los venezolanos persisten en su lucha por el reconocimiento de los últimos resultados electorales.

El español “siempre será el latido de mi alma”, dijo Santos, quien agrega que dominar el inglés ha sido un logro monumental. “La gente no comprende lo difícil que es escribir en un segundo idioma cuando se aprende ese idioma siendo adulto. Siento que he conquistado el Everest”.

Luchando contra sus dudas con paciencia y resiliencia, ahora disfruta usando el inglés y ha aceptado la dualidad de su vida con alegría.

En su libro, inspira a las familias a sumergirse en el presente escuchando activamente y a participar plenamente utilizando sus sentidos para tocar, sentir y saborear las maravillas que los rodean. Ella cree que al reducir el ritmo y saborear la belleza de la vida, los niños pueden desarrollar una profunda apreciación de la naturaleza y comprender lo rápido que puede pasar el tiempo.

Otro elemento esencial para el escritor es la representación de Venezuela en la literatura, especialmente en los libros infantiles.

“No hay mucha representación venezolana; Hay pocas cosas que se pueden ver sobre nosotros como pueblo”, dijo. Por eso valora el trabajo. de Juliana Perdomo, la artista nacida en Colombia que ilustró su libro, mostrando vívidamente la atmósfera, los instrumentos musicales y las danzas de la cultura venezolana. Su pasión artística por la literatura infantil le da a Carmencita y Abuelita una mirada distintiva que irradia la sabiduría y calidez del pueblo venezolano. El libro, dijo Santos, no habría sido el mismo sin el arte de Perdomo.

“Cómo comer un mango” es una encantadora historia para toda la familia, un suave recordatorio para apreciar los pequeños momentos y reconocer todo el amor que nos rodea. El dulce y nutritivo libro, que inspirará a los lectores a reflexionar sobre el viaje de su vida, también está disponible en español: “Cómo se come un mango.”

(HarperOne; Kokila; HarperCollins Español)

De Los Lee selecciones:

El cementerio de los cuentos sin contar” (edición en español) de Julia Álvarez (HarperCollins Español)

Esta novela es una brillante mezcla de magia y realidad. Alma Cruz, una escritora atormentada por cuentos inacabados, crea un cementerio literal para sus personajes, solo para encontrarlos respondiendo y remodelando sus propios destinos. El libro es una exploración cautivadora que destaca la visión imaginativa de Álvarez y recuerda a los lectores que las historias tienen vida propia.

“Cocina tranquila” por Catherine Pérez (HarperOne)

El libro de cocina de Pérez es un soplo de aire fresco para cualquiera que se sumerja en la cocina basada en plantas. Con una deliciosa mezcla de sabores mexicanos y dominicanos, aporta un toque personal a cada receta. Desde tacos crujientes de frijoles blancos hasta pasta de hummus al horno, este libro demuestra que comer bien puede ser emocionante y fácil. El enfoque realista de Pérez y sus toques sabrosos hacen de este un producto imprescindible para cualquiera que busque disfrutar de comidas nutritivas sin sacrificar el sabor.

Angélica y la Güira”de Angie Cruz, ilustrado por Luz Batista (Kokila)

Este conmovedor libro ilustrado baila con la vida y la cultura. A lo largo del verano de Angélica en la República Dominicana y su regreso a Washington Heights, Cruz pinta un cuadro vibrante de cómo la música acorta distancias y conecta comunidades. La güira, regalo musical único de su abuelo, se convierte en símbolo de alegría y unidad. Con ilustraciones animadas, es una celebración de la familia, la tradición y la magia de la música que haría bailar a los niños.



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