Serpientes como éstas son gigantes. Las mambas negras pueden medir hasta 14 pies, y la cobra real más larga jamás registrada fue de 19 pies.
Las víboras son pequeñas por el contrario, tan corto como seis pulgadas y no más de seis pies de largo, pero muy grueso. Ellos tienen colmillos largos y retráctiles que puede llevar veneno al músculo.
Su veneno destruye los factores de coagulación de la sangre y las víctimas mueren de forma lenta y espantosa. sangría en el cerebro, los ojos y la boca.
Identificar al atacante puede ayudar a adaptar el tratamiento. Pero muchas personas nunca ven la serpiente que les muerde o, si la ven, no pueden identificarla. Para el ojo inexperto, las serpientes venenosas pueden parecer indistinguibles de las inofensivas.
Los nombres no lo hacen más fácil. Las mambas verdes son verdes, pero las mambas negras son de color gris pálido a marrón oscuro; Se llaman así porque el interior de la boca es negro. Se les reconoce mejor por su cabeza en forma de ataúd y su inquietante sonrisa.
Algunos científicos están construyendo modelos de IA para identificar serpientes, de modo que cualquier persona con un teléfono inteligente pueda distinguirlas.
Aproximadamente un tercio de las mordeduras de serpientes ocurren en niños. Ocurren con menos frecuencia entre mujeres embarazadas, pero la resultados (que incluyen aborto espontáneo, rotura de placenta, desprendimiento, malformaciones fetales y muerte tanto de la madre como del feto) pueden ser catastrófico.
A menudo las víctimas son agricultores. La pérdida de un sostén de familia devasta a las familias.
El marido de Ruth Munuve trabajaba como conductor en Nairobi y regresaba a la granja familiar cada dos fines de semana. Fue mordido un sábado de abril de 2020, a los 42 años, mientras caminaba entre la maleza de camino a casa después de una noche de fiesta.
Dos hospitales que luchaban por tratar a pacientes de Covid lo rechazaron. Cuando murió dos días después, su cuerpo se había hinchado hasta duplicar su tamaño, un sello distintivo de la picadura de una serpiente, dijo su hermana, Esther Nziu.
La Sra. Munuve ahora cultiva maíz y caupí, principalmente para consumo humano, y vende gramos verdes. La Sra. Nziu tiene cinco hijos, pero está haciendo todo lo posible para ayudar a criar a los cuatro hijos de su hermano.
El dinero escasea, pero las mujeres aun así pagaron para fortificar la casa. “No quiero que nadie más sea mordido por serpientes”, dijo la Sra. Nziu.