Home Noticias Opinión | Escribí una memoria sobre el duelo. Ese fue el comienzo.

Opinión | Escribí una memoria sobre el duelo. Ese fue el comienzo.

8
0
Opinión | Escribí una memoria sobre el duelo. Ese fue el comienzo.
ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab

No eran cartas de llamada y respuesta, ni historias reflejadas sobre el primer trabajo o la angustia de alguien. Los lectores parecían utilizar el libro no como punto de referencia sino como punto de partida. Compartían el mismo tono de aislamiento e impotencia. El libro, en virtud de su tema, había dejado abierta la puerta de una habitación que, para empezar, nunca debería haberse cerrado. Los escritores de estas cartas, solitarios en su dolor, necesitaban reconocimiento de su devastación y rabia, y yo no quería contribuir a las fuerzas que los habían impulsado a tender la mano en primer lugar.

Así que un fin de semana les respondí todas. Al principio lo odié. Además de no ser un consejero de duelo ni alguien partidario de las tareas, tengo alergia a la seriedad. Este no es un mecanismo de afrontamiento. Es que mi personalidad tiene muchas áreas que necesitan mejorar, pero una de ellas no es la aplicación seria de la palabra “viaje”.

Al principio, atribuí mi rechazo al vocabulario del duelo (“proceso”, “creación de significado”) como un problema personal, un efecto secundario de mi profesión. Pero si las letras tienen alguna métrica, no es sólo mi problema. Estas formas sombrías de hablar de la muerte, a veces performativas, a veces palmaditas, terminan excluyendo a quienes transmitimos nuestro dolor a través del humor. Este es yo abordando el tema. Lo estás mirando.

Empecé a responder: “Gracias por tomarte el tiempo de contarme sobre tu amiga” o “Eso es muy gracioso, no puedo creer que nadie la haya arrestado”. Estas respuestas me ayudaron a aprender a no olvidar la pérdida de alguien, sino a aceptar la enormidad de lo que cada escritor me decía. Para apreciarlo.

Lo mismo ocurrió cuando me acercaron historias en persona, cuando pude ver, en tiempo real, cómo la gente flota en la confusión del suicidio. “No sé por qué lloro”, diría alguien. “Esto fue hace 20 años”. ¿Pero por qué no iban a llorar? ¿Quién les dijo que su dolor no valía la pena? La timidez empeoró su desamarre, manteniéndolos más tiempo en el mar. Todo porque no podían estar seguros de con quién podían hablar honesta, abiertamente o alguna vez.

Fuente