Los combustibles de aviación más limpios se han convertido en un área clave de enfoque. Los miembros de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que representa a todas las aerolíneas clave del mundo, se han comprometido a llegar a Net Cero para 2050. Sin nuevos combustibles, eso será imposible, ya que Airbus y Boeing han publicado pronósticos similares: se espera que la flota de aviones de avión globales sea más que en las próximas dos décadas, a medida que las clases medias en la India y China expanden, y la demanda de viajes aéreos aumentan.
Es por estas razones que Lufthansa Cargo y Corean Air Cargo nuevas asociaciones anunciadas centrado en el combustible de aviación sostenible (SAF) el año pasado. La iniciativa es parte de un esfuerzo más amplio para mejorar la sostenibilidad en las operaciones de carga aérea.
SAF está a la vanguardia de los esfuerzos de la industria de la aviación para descarbonizar. A diferencia del combustible para aviones convencional, SAF se produce a partir de materias primas sostenibles, como aceites residuales, residuos agrícolas e incluso dióxido de carbono capturado (CO2). El atractivo de SAF reside en su capacidad de ser utilizado en motores de aeronaves existentes sin modificación, por lo que es una solución de “entrega” que se puede implementar de inmediato.
Sin embargo, el camino hacia la adopción generalizada de SAF no está exenta de obstáculos. Actualmente, la producción de SAF representa menos del uno por ciento del consumo mundial de combustible para aviones, y tiene un costo premium, a menudo de dos a cuatro veces más caro que el combustible para aviones convencional. Esta disparidad de precios presenta una barrera significativa para la adopción, especialmente en una industria conocida por sus estrictos márgenes de ganancias.
Para abordar estos desafíos a los combustibles más limpios, los líderes de la industria y los encargados de formular políticas se están centrando en ampliar la producción de SAF. Las inversiones en nuevas instalaciones y tecnologías de producción son cruciales. Empresas como Neste, World Energy y Skynrg están ampliando sus capacidades de producción SAF, mientras que las especialidades petroleras como Shell y BP también están entrando en el mercado.
El gobierno de los Estados Unidos ha establecido un objetivo ambicioso de producir tres mil millones de galones de SAF anualmente para 2030. Para respaldar esto, la administración Joe Biden propuso un crédito fiscal de una licuadora para SAF, lo que proporcionaría un incentivo financiero significativo para los productores y ayudaría a cerrar la brecha de costos con el combustible para aviones de aviones convencionales.
Junto con los esfuerzos para aumentar la producción, los investigadores están explorando nuevas tecnologías para hacer que la producción de SAF sea más eficiente y rentable. Una vía prometedora es el desarrollo de combustibles de energía a líquido, que utilizan electricidad renovable para producir queroseno sintético del agua y el CO2. Esta tecnología tiene el potencial de crear un ciclo de carbono cerrado, reciclando efectivamente las emisiones de CO2 nuevamente en combustible.
Otra área de innovación está en el desarrollo de la materia prima. Las empresas están investigando el uso de algas, residuos sólidos municipales e incluso la captura de aire directo de CO2 como fuentes potenciales para la producción de SAF. Estas materias primas diversas podrían ayudar a garantizar una cadena de suministro estable y sostenible para la producción de SAF.
Si bien SAF es un componente crítico de la estrategia de sostenibilidad de la industria de la aviación, no es la única solución que se sigue. Las aerolíneas y los fabricantes también están invirtiendo en otras tecnologías y mejoras operativas para reducir su impacto ambiental.
Para vuelos de corta distancia, los aviones eléctricos e con hidrógeno están emergiendo como alternativas potenciales a los aviones tradicionales alimentados con chorro. Empresas como Eviation and Heart Aerospace están desarrollando aviones de cercanías totalmente eléctricos, mientras que Airbus tiene planes ambiciosos para aviones comerciales con hidrógeno para 2035.
Estas tecnologías enfrentan desafíos significativos, particularmente en términos de densidad de energía y requisitos de infraestructura. Sin embargo, representan un camino prometedor hacia adelante para la descarbonización de vuelos regionales y de corta distancia, que constituyen una parte significativa del tráfico aéreo global.
Las aerolíneas también se centran en mejorar las eficiencias operativas para reducir el consumo de combustible y las emisiones. Esto incluye optimizar las rutas de vuelo, implementar sistemas de gestión de tráfico aéreo más eficientes y reducir el peso de la aeronave mediante el uso de materiales más ligeros y un diseño más eficiente.
Por ejemplo, la implementación de “enfoques de descenso continuo” durante el aterrizaje puede reducir significativamente la quema de combustible y la contaminación acústica. Del mismo modo, el uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático para optimizar la planificación de vuelos y los ajustes de ruta en tiempo real pueden conducir a un ahorro sustancial de combustible.
Lograr los objetivos de sostenibilidad de la industria de la aviación requerirá un fuerte apoyo político y la cooperación internacional. La Organización Internacional de Aviación Civil (ICAO) ha implementado el esquema de compensación y reducción de carbono para la aviación internacional (Corsia), cuyo objetivo es estabilizar las emisiones de CO2 en los niveles de 2019 a través de la compensación de carbono y el uso de combustibles sostenibles.
Sin embargo, los críticos argumentan que Corsia no va lo suficientemente lejos y que se necesitan medidas más estrictas. Algunos países y regiones están tomando medidas adicionales. La Unión Europea, por ejemplo, está considerando incluir la aviación en su Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) y exigir el uso de SAF para vuelos que salen de los aeropuertos de la UE.
Algunos expertos argumentan que la gestión de la demanda, alentando las alternativas a los viajes aéreos cuando sea posible, debería ser parte de la solución. Esto podría incluir invertir en ferrocarril de alta velocidad para rutas de alto a mediano distancia y promover reuniones virtuales como alternativa a los viajes de negocios.
Muchas aerolíneas de carga están invirtiendo en aviones más nuevos y más eficientes en combustible. Por ejemplo, compañías como FedEx y UPS están agregando a los cargueros Boeing 767 y 777 a sus flotas, que ofrecen mejoras significativas en la eficiencia de combustible en comparación con los modelos más antiguos.
Mejorar los factores de carga, asegurando que los aviones de carga vuelen lo más lleno posible, es otra estrategia clave para reducir las emisiones por tonelada de carga transportada. Esto requiere una sofisticada planificación logística y potencialmente colaboración entre los operadores competidores.
Los esfuerzos de sostenibilidad en la carga aérea se extienden más allá de la aeronave. Las empresas están invirtiendo en equipos de apoyo a tierra eléctrica, almacenes con energía solar y empaques más eficientes para reducir el impacto ambiental general de sus operaciones.
La transición a la aviación sostenible es un desafío complejo que requiere colaboración en todo el ecosistema de la industria. Desde aerolíneas y fabricantes hasta productores de combustible, formuladores de políticas y consumidores, cada parte interesada tiene un papel que desempeñar.
Si bien el camino a seguir no está exento de obstáculos, el compromiso mostrado por los líderes de la industria y el rápido ritmo de la innovación tecnológica proporcionan razones para el optimismo. Las inversiones que se realizan hoy en combustibles de aviación sostenibles, nuevas tecnologías de aeronaves y eficiencias operativas están sentando las bases para un futuro más sostenible para los viajes aéreos.
A medida que miramos hacia 2050 y más allá, la capacidad de la industria de la aviación para equilibrar el crecimiento con la responsabilidad ambiental será crucial. El éxito de estos esfuerzos no solo determinará el futuro de los viajes aéreos, sino que también jugará un papel importante en la lucha global contra el cambio climático.
Gordon Feller es miembro mundial en el Wilson Center de la Institución Smithsonian en Washington, DC, Estados Unidos.