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Los izquierdistas de México ganaron a lo grande. Los inversores están preocupados.

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Un recuento final de votos publicado durante el fin de semana sugiere que el partido gobernante de izquierda de México y sus aliados obtendrían grandes mayorías en el Congreso, lo que potencialmente permitiría a la coalición aprobar cambios radicales a la Constitución.

El recuento oficial de las elecciones de la semana pasada mostró que el partido Morena y sus socios parecían camino de lograr una supermayoría de dos tercios en la cámara baja del Congreso.

En el Senado, parecía que la coalición no alcanzaría una supermayoría, pero por un pequeño número de escaños, dijeron los analistas, lo que significa que probablemente necesitaría atraer el apoyo de sólo unos pocos legisladores de la oposición para alterar la Constitución. Construir esas alianzas “es relativamente fácil de lograr”, dijo en una entrevista el presidente del partido, Mario Delgado.

“Ahora somos una fuerza dominante”, añadió Delgado, “por decisión del pueblo”.

La composición final de la legislatura aún no está clara porque una parte de los escaños del Congreso mexicano se designan mediante un sistema de representación proporcional en agosto. Los desafíos legales también podrían afectar la forma en que se asignan los escaños.

Pero Morena se ha acercado lo suficiente al dominio total como para provocar una fuerte reacción de un sector que el partido no puede ignorar: los mercados financieros.

En los volátiles días posteriores a las elecciones, la alarma de los inversores ha estado a la vista, con las acciones mexicanas golpeadas y el peso sufriendo su peor semana desde la pandemia.

La preocupación se centró en la posibilidad de que Morena utilizara su amplio mandato para promulgar cambios constitucionales que, según advierten los detractores, podrían destruir los controles existentes sobre la autoridad presidencial, dijeron analistas financieros.

Las propuestas fueron presentadas por primera vez por Andrés Manuel López Obrador e incluyen planes para eliminar a los reguladores independientes y nombrar jueces y funcionarios electorales mediante el voto popular, lo que, según advierten los críticos, podría hacerlos más susceptibles a la presión política. Entre otras preocupaciones, los inversores temen que cambiar el poder judicial pueda hacer menos seguro que obtendrán una audiencia justa en las disputas.

“La sensación del mercado es que bajo el partido Morena y con este plan sobre la mesa, podría venir un cambio radical”, dijo Janneth Quiroz Zamora, directora de investigación económica de la correduría Monex. “El mayor temor es la posible eliminación de los controles al poder ejecutivo”.

En lo que parecía ser un intento de calmar el mercado, la presidenta entrante, Claudia Sheinbaum, protegida de López Obrador, anunció el lunes pasado que el actual ministro de Finanzas, Rogelio Ramírez de la O, a quien se considera una fuerza estabilizadora, permanecería en el puesto.

“Es un gran servidor público que brinda certeza de una buena gestión financiera y económica”, afirmó.

Sheinbaum ganó la presidencia con la mayor proporción de votos en décadas y Morena también reclamó la mayoría de las gobernaciones en oferta.

Sus comentarios iniciales alentaron a los inversionistas a decir que “el gobierno era sensible a sus preocupaciones”, dijo Blanca Heredia, analista política con sede en Ciudad de México. Eso se debió “principalmente a la velocidad de la reacción”, dijo Heredia, señalando que el nuevo presidente “necesita y quiere crecimiento económico”.

Pero luego, el jueves, el líder de Morena en la cámara baja del Congreso, Ignacio Mier, pareció anunciar que el partido buscaría aprobar los cambios constitucionales en septiembre, antes de que López Obrador renuncie y Sheinbaum asuma el cargo.

El peso volvió a caer. Horas más tarde, Mier se retractó de su declaración en una aparición radial en la que sugirió que no se apresurarían los cambios.

Más tarde, Sheinbaum dijo a los periodistas que las medidas estarían sujetas a un amplio diálogo. También publicó una foto de ella reuniéndose con un ejecutivo de la firma de inversiones BlackRock. “Están comprometidos y entusiasmados por incrementar los proyectos de inversión en México”, dijo en redes sociales.

Delgado, el presidente del partido, dijo que López Obrador y Sheinbaum tendrían que ponerse de acuerdo sobre cómo seguir adelante con los planes.

“Estas son reformas que habrá que discutir y su alcance, su versión final, se dará en el Congreso, y el ritmo de su aprobación lo decidirá el presidente”, dijo, refiriéndose a Sheinbaum.

El resultado, dijeron los analistas, es que en un sistema político donde un partido tiene tanto control, el mercado podría surgir como una fuerza moderadora.

“Creo que esta reacción adversa del mercado va a causar un replanteamiento muy profundo de lo que van a aprobar y cómo lo van a aprobar en septiembre”, dijo Joan Domene, economista senior para América Latina con sede en Ciudad de México. América en Oxford Economics, una consultora económica.

López Obrador, sin embargo, no pareció inmutarse. En su habitual conferencia de prensa el viernes por la mañana, el presidente reiteró su compromiso con los cambios y pareció minimizar las caídas del peso, diciendo que “la justicia está por encima de los mercados”.

Los mensajes contradictorios mostraron, dijeron los analistas, que la influencia de los inversionistas dependerá de si las personas que dirigen Morena, incluido López Obrador, realmente los escuchan.

“Los mercados son una camisa de fuerza para la política”, afirmó. “Pero no para todos por igual”.

Emiliano Rodríguez Mega y Miriam Castillo contribuyeron con el reportaje.



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