“Cuando te miro, veo a un viejo amigo”, canta una voz sobre los créditos del delicado drama sobre relaciones “Summer Solstice”. Al igual que la película en la que aparece, la canción (de Margaux, que contribuye con la música original) es una oda dolorosa al amor desgastado, que señala cómo el tiempo y los cambios en las circunstancias, la planificación de la vida o la autopercepción pueden profundizar los vínculos o erosionar. a ellos.
Un triunfo de la sensibilidad del cineasta novel Noah Schamus, “Summer Solstice” sigue a dos amigos de la universidad que se reúnen para pasar un fin de semana en los verdes valles del norte del estado de Nueva York. Ha pasado un tiempo, y cuando Leo (Bobbi Salvör Menuez), un actor tímido, y Eleanor (Marianne Rendón), una profesora que busca atención, se encuentran inicialmente en el apartamento de Leo, la pareja no se ha visto desde su transición.
Eleanor fue una vez la chica popular; Leo, su cariñoso compañero. Ahora que están al borde de los 30, los viejos amigos deberían tener mucho que hacer para ponerse al día. Pero Schamus muestra con gracia cómo, a medida que avanzan los días de verano, Eleanor se niega a reconocer el crecimiento personal de Leo y, en cambio, se aferra a los hilos desgastados de su antigua dinámica. Ese hilo finalmente se rompe, con dos testigos externos de su naufragio: los amigos queer Joe (Yaron Lotan) y Oliver (Mila Myles, un rompecorazones cuya química con Menuez pide a gritos una secuela).
Es difícil discernir lo que Leo vio en Eleanor; ella en su mayoría se muestra como un desastre mandona. Pero tal vez esa caracterización sea deliberada: al negarse a ponernos bajo el hechizo de Eleanor, Schamus puede concentrarse en sacar la magia de Leo, un antiguo alhelí que apenas comienza a florecer.
Solsticio de verano
No clasificado. Duración: 1 hora 21 minutos. En los cines.