Mientras desciende del cielo en rapel sobre una boa rosa gigante, la artista drag conocida como Sasha Velour hace una entrada voladora digna del Cirque du Soleil. El evento se titula “Velour: A Drag Spectacular” (Velour: un espectáculo de drag) y la palabra espectacular no es una exageración.
Visualmente, el espectáculo, que se estrena mundialmente en La Jolla Playhouse, es una fiesta de colores pastel, emociones aéreas, proyecciones pictóricas y vestuario que combinan la imaginación obscena del Folies Bergère con el ingenio futurista de la alta costura actual.
Musicalmente, la pieza es igualmente exuberante. La producción, co-creada y dirigida por Moisés Kaufman, vibra con éxitos pop que se pueden sincronizar con los labios y que tienen un alcance tan ecléctico que la energía del club de baile termina por atrapar a todos.
“Velour: A Drag Spectacular” continúa la fructífera colaboración de La Jolla Playhouse con Tectonic Theater Project. Esta compañía con sede en Nueva York, cofundada por Kaufman, ha creado a partir de fuentes documentales una larga lista de obras teatrales rigurosas y brillantemente inclasificables, entre las que se incluyen “Gross Indecency: The Three Trials of Oscar Wilde”, “The Laramie Project” y la obra ganadora del premio Pulitzer “I Am My Own Wife”. Un éxito más reciente, “Here There Are Blueberries”, que se estrenó en La Jolla Playhouse en 2022, fue finalista del premio Pulitzer de teatro de 2024.
Como obra puramente interpretativa, “Velour: A Drag Spectacular” es una auténtica delicia. Sin embargo, el espectáculo no consigue crear una línea dramática. La aspiración de acercarse más a un musical de libro que a una revista no se cumple en parte porque Velour no ha decidido en qué historia centrarse.
El guión, de Velour y Kaufman, oscila entre la historia de transición de Velour a la adultez y un homenaje más general al arte del drag. Ninguno de los dos enfoques recibe el crédito que se merece, y los cambios de uno a otro dan como resultado una pérdida de ritmo narrativo. Es el único aspecto en el que Velour parece perder el ritmo ocasionalmente.
No es que no sea el momento perfecto para contar historias sobre drag queens, dada la ridiculez odiosa de nuestras guerras culturales. Velour personaliza su viaje desde la marginada social hasta la fabulosa ganadora de 2017 de “RuPaul’s Drag Race”. Defensora y pionera artística en la actualidad, ha dominado el arte de revelar el drag al reconocer el poder de la verdad desnuda.
Empieza por el principio: “Desde que tengo 3 años, la gente me pregunta: ‘¿Eres un niño o eres una niña?’. Hasta el día de hoy, todavía no lo he decidido”. Después de que “adultos, niños, Papá Noel del centro comercial” le hicieran esta pregunta constantemente, no puede evitar preguntarse por qué “siempre son otras personas las que hacen que tu género se sienta como una crisis”.
Jugando a disfrazarse en casa de su abuela, donde se engalanaba de punta en blanco con bisutería prestada, pronto descubrió que lo que su familia de mente abierta alentaba era ridiculizado en el mundo exterior. Para adaptarse a las convenciones masculinas sin perder su espíritu drag, comenzó a hacerse pasar por Drácula. “Porque de alguna manera un vampiro chupasangre es más permisible que un vestido”, bromea.
La madre progresista de Velour está más preocupada por la política de su hija que por su expresión de género. Pero la seguridad es una preocupación. Le dice a la joven Sasha: “Tienes que pensar en cómo reaccionará la gente. No todo el mundo es tan tolerante como la abuela Dina”.
La autoaceptación no será fácil, pero primero requerirá autocomprensión. Sin embargo, ¿cómo puedes comprenderte a ti mismo cuando gran parte de la gloriosa historia del drag ha quedado enterrada?
“Las drag queens ayudan a dar forma a la cultura, pero nos borran de ella una y otra vez”, explica Velour, antes de contar la historia de una de esas drag queens olvidadas cuyo esquivo roce con la fama cinematográfica se convierte en el punto de entrada para un estudio biográfico que no es tan sencillo como parece inicialmente.
Ahora me toca a mí ser elusiva, porque no quiero desvelar los secretos del espectáculo. Al mismo tiempo, puedo decir que el guión no parece tan cuidadosamente elaborado como la producción visual o los sensacionales números musicales.
Éxitos que quizás no hayas escuchado durante algún tiempo pero que aún te resultarán irresistibles se transforman de una manera que les da una actualización queer conmovedora. “Dream On” de Aerosmith, “I Was Made for Lovin’ You” de Kiss, “All Is Full of Love” de Björk y “Tell It To My Heart” de Taylor Dayne son solo algunas de las melodías reutilizadas para la alegría liberada. “My Way”, la versión de Shirley Bassey, es un final apropiado para un espectáculo sobre la lucha interna para abrazar a la diva que llevamos dentro.
Velour está obviamente inspirada en las drag queens que ayudaron a abrirse camino en su vida. Hay un momento en el que hace playback por teléfono que invoca una rutina clásica del único e inigualable John Epperson, más conocido como Lypsinka. Pero Velour tiene una entidad propia. Es más acrobática que sus predecesoras y un poco más cerebral en lo que respecta a los asuntos políticos. Como intérprete, se destaca más por su baile ágil que por su ingenio exagerado.
Este no es un espectáculo en solitario. Velour le da a sus supernumerarios sus papeles estelares. Ezra Reaves, Moscato Sky y Amber St. James interpretan a ayudantes de escena que, mediante una torpe ruptura de la cuarta pared, aprovechan sus oportunidades para pavonearse con sus dotes de drag.
Más impresionante que el apoyo del elenco es la sinergia del equipo de diseño. El diseño escénico de David Rockwell crea una tienda de dulces de ensueño teatral. El vestuario de Diego Montoya Studio da forma y verdad a la fantasía. El diseño de proyección de Cosette “Ettie” Pin me hizo imaginar cómo sería si los grandes pintores impresionistas estuvieran equipados con iPads. Y el diseño de video de House of Velour permite que la estrella del espectáculo se multiplique en secuencias de actuación que disuelven la frontera entre la pantalla y el escenario.
Un video casero de la joven Sasha descubriendo una identidad, tímidamente pero con determinación, con alegría y cautela, captura nuestros corazones mientras vemos a una artista deconstruir no solo la binariedad masculino-femenino sino también las dicotomías entre arte y vida, performance y realidad, y verdad y ficción.
La historia de Velour merece una atención más sostenida, pero el espectáculo es, no obstante, espectacular.
‘Velour: un espectáculo de drag’
Dónde: Teatro Sheila y Hughes Potiker, La Jolla Playhouse, 2910 La Jolla Village Drive, La Jolla
Cuando: 19:30 horas de martes a viernes, 14 y 20 horas los sábados, 13 y 19 horas los domingos. Finaliza el 15 de septiembre.
Entradas: Empieza desde $30.
Contacto: La Jolla Playhouse es una casa de juegos de la ciudad de Nueva York.; (858) 550-1010
Duración: 1 hora, 45 minutos