Este bloque africano es crucial, sostiene, para dar forma a una buena política global, especialmente porque muchas naciones continúan experimentando degradación de la biodiversidad y al mismo tiempo dependen de los recursos naturales para el crecimiento económico.
“
Lo que realmente debe suceder para la conservación de la biodiversidad global es reducir las presiones que están impulsando el declive, y eso es el crecimiento económico. Vivimos en un sistema en el que consumimos 1,7 Tierras.
David Obura, presidente de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas
“Los países africanos dependen mucho de la biodiversidad. Necesitamos promover ese uso de una manera que sea sostenible”, explica.
Esto significa mirar cuestiones económicas más amplias.
El panorama más amplio
En el corazón de la filosofía de Obura se encuentra el reconocimiento de los diversos valores que la gente asigna a la naturaleza. La biodiversidad, subraya, no puede reducirse a una mercancía.
Esta visión más amplia lleva a la crítica de Obura al modelo económico global. El gran problema, tal como lo ve Obura, es que el crecimiento económico sin fin está fundamentalmente en desacuerdo con los límites naturales del planeta.
“Lo que realmente debe suceder para la conservación de la biodiversidad global es reducir las presiones que están impulsando el declive, y eso es el crecimiento económico. Vivimos en un sistema en el que consumimos 1,7 Tierras”, dice (citando cálculos publicado por Global Footprint Network en 2017, utilizando datos de 2013, cuyo objetivo era ilustrar cómo la humanidad está superando la capacidad de carga de la Tierra).
Durante décadas, el paradigma dominante para políticos y empresas de todo el mundo ha sido el crecimiento a toda costa. Obura sostiene que este enfoque, particularmente en las economías de alto consumo, está llevando a los ecosistemas al límite.
“No se puede crecer eternamente en un planeta finito”, afirma.
Clima y biodiversidad versus crecimiento económico
Obura considera un gran defecto que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático a menudo se discutan como desafíos distintos. Destaca que las dos crisis están inextricablemente vinculadas y pide un enfoque más integrado en foros como la COP29, la próxima conferencia climática de la ONU en Bakú, Azerbaiyán.
“No se puede arreglar uno sin el otro”, explica. “El cambio climático es sólo una expresión de crecimiento económico y sobreproducción. Las presiones que impulsan el cambio climático son las mismas presiones que impulsan la pérdida de biodiversidad”.
Como presidente de IPBES, Obura está trabajando para cerrar la brecha entre estos temas. Al igual que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la IPBES es un organismo científico internacional encargado de proporcionar evaluaciones de biodiversidad y servicios ecosistémicos para los responsables de la formulación de políticas. Pero Obura insiste en que su alcance es incluso más amplio que el del IPCC, porque cubre toda la red de la vida.
El Marco Mundial de Biodiversidad de Montreal, que surgió de la conferencia sobre biodiversidad COP15 en 2022, refleja esta interconexión. El marco describe una hoja de ruta para detener la pérdida de biodiversidad. Su meta “30×30”, que acaparó los titulares (que el 30 por ciento de la tierra y los océanos de la Tierra estén protegidos para 2030) ha servido como un grito de guerra para la conservación global.
Pero para Obura, la verdadera promesa del marco reside en sus objetivos más amplios y menos publicitados.
“La gente se centra en 30×30, pero está integrado en muchos otros objetivos que son fundamentales para que tenga éxito”, afirma. “Es como un ‘momento parisino‘ para la biodiversidad, pero lo que todos queremos ver ahora es inversión en acción y resultados”.
Coral bajo presión
La experiencia personal de Obura radica en los arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más diversos pero amenazados de la Tierra. Proporcionan hábitat para aproximadamente una cuarta parte de todas las especies marinas, pero enfrentan amenazas sin precedentes debido al aumento de la temperatura del océano.
“Los arrecifes de coral están a la vanguardia de las olas de calor oceánicas que estamos viendo”, dice Obura. “Cuando están estresados, se blanquean y si el calor es demasiado, mueren”.
Obura se ha mostrado especialmente alarmado por la gravedad de las recientes olas de calor oceánicas: “Desde abril del año pasado, el Atlántico Norte ha estado mucho más caliente que nunca. Una vez que el océano se calienta, ese calor no irá a ninguna parte. Se queda ahí y sigue siendo una amenaza”.
Las implicaciones para los arrecifes de coral –y los miles de millones de personas que dependen de los ecosistemas marinos para alimentarse y ganarse la vida– son nefastas. Para África, hay mucho en juego.
A pesar de las abrumadoras probabilidades, Obura es optimista. Señala países pioneros en soluciones innovadoras, como Seychelles, que ha organizado deuda por naturaleza swaps para financiar la conservación.
Su optimismo no reside sólo en los marcos políticos, sino en el poder de la naturaleza misma: “Una vez que se pierde una especie, no se puede recuperar. Pero la biodiversidad puede regenerarse si le damos una oportunidad. Se necesita mucho tiempo, al menos entre 10 y 15 años, pero es posible”.
También hay acciones que pueden producir resultados más inmediatos. “Lo que podemos revertir rápidamente son las causas del declive”, afirma Obura. “Cosas como la agricultura industrial y la pesca de arrastre de fondo en el océano: podemos detenerlas mediante elecciones rápidas y cambios de incentivos en los sistemas agrícolas y pesqueros”.
Brotes verdes de recuperación
Obura describe los “brotes verdes” que comienzan a surgir en toda África: esfuerzos de base para priorizar las soluciones basadas en la naturaleza, como Proyecto Miláel acercamiento circular de larvas de mosca soldado negra en Kenia; sistemas de conocimiento locales que valoran la biodiversidad más allá de su potencial económico, ejemplificados por la pesca nocturna anual de seis meses en Tanji Beach prohibición en Gambia; y una conciencia cada vez mayor de la necesidad de hacer una transición hacia vías de desarrollo que sean menos dañinas para los ecosistemas, como lo expresó el presidente William Ruto de Kenia en la inaugural Cumbre Africana sobre el Clima hace un año.
“Lo que necesitamos ahora es que el sistema internacional y nuestros sistemas nacionales rieguen esos brotes y los ayuden a crecer”.
Utilizando tanto su plataforma científica como su papel como presidente de IPBES, Obura se compromete a facilitar el impulso político y la cooperación global para aliviar la crisis de la biodiversidad. Él describe el final exitoso de su mandato en IPBES como ver las conclusiones del panel traducidas en acciones reales y tangibles.
“Quiero ver un mundo donde la gente comprenda el valor de la biodiversidad, no sólo en términos abstractos, sino en su vida cotidiana”, afirma. “Ahí es cuando sabremos que estamos progresando”.
Mientras el mundo contempla la crisis gemela del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, el mensaje de Obura es claro: ahora es el momento de actuar, y lo que está en juego nunca ha sido tan grande: “Estamos realizando un experimento en el único planeta habitable que tenemos. Y es posible que no podamos volver de ello”.
Este artículo fue publicado originalmente en Diálogo Tierra bajo una licencia Creative Commons.