Desde que los militares tomaron el poder mediante un golpe de estado en febrero de 2021, Myanmar ha experimentado un conflicto prolongado e intenso.
Más de 5.000 civiles han muerto y 3,3 millones han sido desplazados según el último informe emitido por la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas en septiembre de 2024.
Además, 27.400 personas han sido arrestadas y las cifras han ido aumentando desde la implementación del servicio militar obligatorio (o el alistamiento para el servicio estatal en las fuerzas armadas). El informe se basó en entrevistas remotas con víctimas y testigos porque el acceso fue denegado.
Al mismo tiempo, con más de 5 millones de personas que viven en regiones costeras y bajas, Myanmar es también uno de los países más vulnerables al cambio climático. El conflicto y el clima interactúan, lo que complica aún más a ambos.
Sin embargo, hasta ahora las interacciones entre ambos en esta región están poco estudiadas.
Las comunidades de desplazados internos de Myanmar están cada vez más expuestas a los impactos relacionados con el clima. La creciente extracción de recursos, a menudo no regulada y facilitada por grupos armados, también ha degradado el medio ambiente y ha aumentado aún más la vulnerabilidad de las comunidades al cambio climático.
Debido al inestable suministro de electricidad en Myanmar desde el golpe, la demanda de carbón para cocinar en el hogar ha aumentado, acelerando la deforestación de los manglares. Dado que los manglares proporcionan una barrera natural contra las marejadas ciclónicas y los ciclones, esta deforestación aumenta la vulnerabilidad de Myanmar al cambio climático.
Recorte de financiación climática
El golpe militar de 2021 y el conflicto posterior también han interrumpido los esfuerzos de adaptación al cambio climático y gobernanza de los recursos naturales. También se ha cortado la financiación internacional para la adaptación y la resiliencia climática.
A estudio reciente centrado en revisar la relación entre el cambio climático y los conflictos muestra que, además de Myanmar, hay muchas regiones ignoradas donde el cambio climático ya ha intensificado los conflictos locales pero aún no se ha investigado lo suficiente.
En cambio, la mayor parte de las investigaciones sobre este tema se han centrado en África oriental y sudoriental. Esto se justifica por las importantes vulnerabilidades que enfrenta la cuenca del lago Chad y el número de conflictos entre pastores y otros conflictos en el Cuerno de África.
Sin embargo, diferentes regiones con importantes vulnerabilidades al cambio climático y propensas a conflictos violentos, como Myanmar, siguen sin estudiarse lo suficiente.
Este fenómeno, a veces denominado en la literatura como “efecto de farola“, puede sugerir que los investigadores tienden a centrarse en áreas por razones de conveniencia. Esto puede resultar problemático si la selección de casos (y, por tanto, la producción de conocimiento) está impulsada por la conveniencia más que por la relevancia práctica.
Cambio climático y conflictos violentos
El nuevo estudio revela ideas clave sobre la relación crítica y creciente entre el cambio climático y el conflicto global.
Los impactos del cambio climático, como tifones, inundaciones, sequías y erosión costera, están aumentando en frecuencia e intensidad. Estos impactos tienen profundas consecuencias sociales, económicas y políticas en las comunidades costeras, particularmente en el sudeste asiático.
En Myanmar, Papua Nueva Guinea y Filipinas, el estrés inducido por el clima ya está exacerbando las tensiones sociopolíticas existentes, lo que a menudo conduce al estallido o la escalada de los conflictos existentes.
El estudio expuso importantes lagunas de conocimiento que influyen directamente en la respuesta política de Australia.
La inestabilidad provocada por el clima en los países vecinos podría desencadenar preocupaciones de seguridad regional, presiones migratorias y crisis humanitarias. Los puntos clave de esta revisión incluyen cómo las comunidades experimentan el cambio climático y los conflictos violentos y cómo los impactos climáticos pueden exacerbar las tensiones y desencadenar la violencia.
El estudio también reveló que la mayoría de los artículos revisados sobre conflictos y cambio climático están en inglés. Muchos estudios publicados en otros idiomas están subrepresentados en las bases de datos actuales, por lo que podríamos estar perdiendo perspectivas y comprensión importantes de estas situaciones.
Claramente, existe una brecha significativa con respecto a lo que está sucediendo en las comunidades que ya están afectadas por conflictos y enfrentan los impactos del cambio climático y cómo estos impactos dobles podrían influir en la adaptación climática frente a un conflicto violento.
En consecuencia, existe una necesidad urgente de comprender cómo diseñar mejores políticas y proyectos que puedan ayudar a abordar estas crisis agravadas en Myanmar y otros lugares de manera que contribuyan a la resiliencia climática y una paz duradera.
Luisa F Bedoya Taborda Es abogado y estudiante de doctorado centrado en la adaptación al cambio climático y la consolidación de la paz en la Escuela de Gestión de Proyectos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Sydney, Australia.
Michele Barnes es profesor asociado y líder de investigación centrado en la dinámica social y el cambio ambiental en la Escuela de Gestión de Proyectos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Sydney, Australia.
Michele Barnes agradece el apoyo financiero del Consejo Australiano de Investigación a través de una beca Discovery Early Career Fellowship (#DE190101583) y el Programa del Centro de Excelencia (#CE140100020).
Publicado originalmente bajo Bienes comunes creativos por información 360™.