En The Times, David Brooks reaccionó a la audiencia de confirmación de Pete Hegseth, la elección de Trump para secretario de Defensa: “Pasé la escuela secundaria tratando de farolear durante la clase sin haber leído nada, y en Hegseth, reconozco a un maestro del oficio.” Sobre la naturaleza degradada de nuestro discurso político y cultural, David añadió: “En el siglo XIX tuvimos los debates Lincoln-Douglas. Hoy serían las guerras de TikTok entre Lincoln y Douglas, seguidas de ‘Tres conclusiones de los debates entre Lincoln y Douglas’, seguidas de un panel de expertos (como yo) analizando si Douglas se había ayudado a sí mismo con los votantes indecisos en el condado de DuPage”. (Gracias a Gabriel Baum de Sonoma, California, y Nancy McGill de Seattle, entre muchos otros, por destacar el artículo de David).
También en The Times, Ezekiel Kweku reflexionó sobre el cambio en las expectativas estadounidenses que ayudaron a preparar el escenario para Trump: “Ganar más que tus padres alguna vez fue un hecho en Estados Unidos, pero en 2016 se había convertido en una moneda al aire. Y cuanto más baja sea la posición de su familia, menos probabilidades tendrá de ganar ese sorteo. Los políticos y comentaristas tienden a referirse a esto como el desvanecimiento del sueño americano, pero creo que los estadounidenses comunes y corrientes lo ven como algo más fundamental. A nadie se le debe un sueño. La pérdida de esta promesa es un incumplimiento de contrato, el robo de una herencia. Y ahora los estadounidenses están buscando a los ladrones”. (Peggy Sweeney, Oviedo, España)
Greg Grandin analizó el discurso de Trump sobre tensiones y conflictos globales. “Al tratar la política internacional como si fuera un juego de riesgo”, escribió, “está indicando que el mundo se rige por nuevas reglas, que en realidad son reglas antiguas: los poderosos hacen lo que quieren; los débiles sufren lo que deben”. (Grayson Privette, Chapel Hill, Carolina del Norte)
Y Maureen Dowd reconoció la culminación del viaje de Trump de la aspiración a la dominación: “Su nariz ya no está pegada al cristal. Y le encanta restregárnoslo por la nariz”. Maureen también escribió que en los comentarios que hizo justo después de su discurso inaugural, durante “una muy larga exégesis sobre la construcción del muro fronterizo”, “sonaba como un poeta beat del concreto”. (Alec Chester, Washington, DC y Mark Van Loon, Hamilton, Mont.)
En El neoyorquino, David Remnick trazado el nuevo patrón migratorio de los oligarcas estadounidenses: “Ciertos titanes de Silicon Valley, Wall Street y (Dios nos perdone) los medios de comunicación se han apresurado a Mar-a-Lago, un escenario de abnegación, besos de anillos y genuflexión tan flagrantes que avergonzaría a un papa medieval”. (Kathy Spicer, Fort Worth, Texas y Nancy Loving, Minneapolis, entre otras)