Ruth Itzhaki, científica investigadora de la Universidad de Oxford, despertó la curiosidad en los años 90 cuando compartió pruebas que vinculaban el Alzheimer con el herpesvirus, un flagelo que se transmite por contacto oral o genital y que a menudo provoca infecciones dolorosas. Durante años, los poderosos promotores de la hipótesis amiloide ignoraron o descartaron la hipótesis de la infección para el Alzheimer, volviéndola prácticamente invisible, dijo la Dra. Itzhaki con exasperación. Las investigaciones sugieren que los virus pueden esconderse sin ser detectados en órganos, incluido el cerebro, durante años, causando síntomas divergentes de la infección original.
Pero sus ideas podrían finalmente estar dando sus frutos. Se han escrito casi 5.000 artículos sobre infecciones y Alzheimer desde que la Dra. Itzhaki comenzó su trabajo. La financiación de los Institutos Nacionales de Salud destinada en parte a examinar tales vínculos aumentó de unos pocos millones de dólares a casi 250 millones de dólares anuales en 2023. Se está llevando a cabo un ensayo clínico para tratar el herpes latente entre pacientes con Alzheimer con un fármaco antiviral, y se esperan resultados tan pronto como el próximo año.
Ninguno de nosotros puede detener el envejecimiento ni cambiar sus genes, pero sí se pueden abordar factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión y el colesterol, la obesidad, la depresión, la pérdida de audición, el sedentarismo, la mala alimentación y la discriminación racial. Miguel Arce Rentería, neuropsicólogo de la Universidad de Columbia, sostiene que un tratamiento más accesible que también aborde cuestiones sociales puede evitar lo peor del Alzheimer durante años. Aunque la gran mayoría de las investigaciones buscan un remedio elusivo, el ánimo está cambiando. La financiación federal para estudiar la atención y la prevención, como algunas de las investigaciones del Dr. Arce Rentería, ha aumentado recientemente.
A veces, una enfermedad tiene un origen único y claro, como las mutaciones genéticas que causan la mortal enfermedad de células falciformes. “Pero muy pocas enfermedades asociadas al envejecimiento tienen una sola causa. No es lógico”, dijo el Dr. Matthew Schrag, neurólogo del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt. Trabajando independientemente de su universidad, descubrió las manipulaciones de imágenes de la investigación de 2006.
Al igual que la mayoría de los escépticos de la amiloide, el Dr. Schrag está de acuerdo en que las proteínas beta-amiloide desempeñan un papel en el complejo misterio del Alzheimer, pero no son la clave única para la cura que tantos científicos imaginan. Si existiera una fuente universal para el Alzheimer, esta se manifestaría antes en la vida y sería más evidente en todas las personas que padecen la enfermedad.