Home Entretenimiento Reseña de ‘Skincare’: una esteticista neurótica de Hollywood es acosada

Reseña de ‘Skincare’: una esteticista neurótica de Hollywood es acosada

33
0
Reseña de ‘Skincare’: una esteticista neurótica de Hollywood es acosada
ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab ab

El director Austin Peters debuta en el mundo de la ficción con “Skincare”, una película negra de Los Ángeles ambientada en la industria de la belleza, protagonizada por Elizabeth Banks, en el papel de una esteticista famosa cuya reputación se desmorona a su alrededor en el transcurso de dos semanas. La película recuerda a otros thrillers oscuros y salaces que satirizan una ciudad aparentemente obsesionada con la imagen (pensemos en “Nightcrawler” o incluso en “American Gigolo”) y Peters maneja el estilo y el tono de este subgénero con habilidad.

El soleado Los Ángeles de “Skincare” no es la fantasía dorada y resplandeciente que a menudo vemos en la pantalla, una fantasía escapista de una belleza imposible. No, la luz en “Skincare” es dura y reveladora: rayos ultravioleta brillantes, bombillas fluorescentes y letreros de neón que caen sobre el rostro de Hope Goldman (Banks), una esteticista con una lista de clientes de alto perfil que está a punto de abrirse paso hasta el estrellato con su propia línea de cuidado de la piel.

Hope ha estado desesperada por mantener las apariencias con el lanzamiento de su producto, grabando un segmento de televisión que espera que la catapulte a la fama y la fortuna, pero, como descubrimos, sus finanzas están en desorden. Está atrasada en el alquiler de su tienda y spa en el icónico y kitsch complejo Crossroads of the World en Hollywood, y cuando un esteticista de la competencia, Angel (Luis Gerardo Méndez), abre un negocio en su territorio, una Hope ya agotada comienza a desmoronarse.

Pero la perdición de Hope no es del todo culpa suya: un misterioso acosador empieza a interferir en su reputación, enviándole mensajes de texto espeluznantes con vídeos de Hope adjuntos, pirateando su correo electrónico y pinchándole los neumáticos. Hope recurre a sus únicos aliados, un grupo de hombres lujuriosos que incluye a un presentador de noticias de televisión (Nathan Fillion), su mecánico (Erik Palladino) y un nuevo amigo, Jordan (Lewis Pullman), un joven y entusiasta entrenador de vida.

Elizabeth Banks y Lewis Pullman en la película “Skincare”.

(Películas IFC)

“Skincare” se convierte en una película de dos personajes, en la que se alternan la vacilante Hope y la igualmente vacilante Jordan, que quiere desesperadamente que la vean como un héroe. Pullman es deliciosamente viscoso como un narcisista delirante y desquiciado, drogado con su propia fuente de ensalada de palabras motivadoras que escupe en la cámara de su portátil. Es un descendiente del personaje de Tom Cruise en “Magnolia”, Frank TJ Mackey, pero con todo el ingenio de uno de los estúpidos miembros del equipo de “Pain & Gain” de Michael Bay.

Banks, por otro lado, le aporta una vena mezquina y dura a la luchadora Hope. Aunque aquí es una víctima, no es del todo comprensiva y Banks camina de puntillas sobre esa delgada línea con cuidado. Hay una pizca de schadenfreude aquí, ya que le importa más lo que la gente piensa y cómo se ve que cualquier otra cosa. Sus propias suposiciones y acusaciones se suman a la acumulación de falta de comunicación que conduce a la destrucción en “Skincare”.

Las interpretaciones que Banks y Pullman hacen de estos personajes tragicómicos elevan lo que podría haber sido un mero ejercicio de género a algo más fascinante y satírico. El guión, escrito por Peters con Sam Freilich y Deering Regan, es menos interesante. Las coincidencias y los giros encajan, pero no hay ninguna razón más profunda por la que esta historia tuviera que estar ambientada en la industria de la belleza, excepto que es un negocio construido sobre fachadas, fantasía y aparente frivolidad. “Skincare” no profundiza en ninguno de estos temas de manera significativa. Tampoco hay ninguna razón discernible por la que esta historia esté ambientada en 2013, excepto que la hace parecer un poco anticuada y cursi; las canciones diegéticas de Maroon 5 y Katy Perry que se entrelazan a lo largo de la película le dan un humor irónico y una sensación de tiempo, pero esta película no tenía por qué ser una pieza de época.

A pesar de las limitaciones de su guión, Peters (como Hope) es un maestro de la estética y, junto con el director de fotografía Christopher Ripley y la montadora Laura Zempel, ha creado un thriller sórdido y convincente al estilo de los años 80, o al menos una copia convincente de uno. La historia puede ser sólo superficial, pero Banks y Pullman encuentran algo verdaderamente desesperanzador en estos placeres superficiales.

Katie Walsh es una crítica de cine del Tribune News Service.

‘Protección de la piel’

Calificación: R, por contenido sexual, desnudez gráfica, lenguaje inapropiado, algo de violencia y breve uso de drogas.

Duración: 1 hora, 34 minutos

Jugando: En amplio lanzamiento

Fuente